domingo, 26 de enero de 2014

Dudas, luego dueles.

Soy una contradicción con patas.

No hago más que lamentarme
por lo que dueles.
Por no poder ser un meteorito
mientras tú te estrellas fugaz,
rápido,
para que no me dé tiempo a matarme en deseos
contigo.

Pero salgo a la calle mientras llueve
a bailar entre los coches
y a saltar de charco en charco
y a llorar
esperando que las lágrimas desaparezcan entre la lluvia.

Siempre vi bonito eso de llorar sobre mojado.

Entonces
me quedo sola bajo la lluvia,
empapándome.
Por dentro.
Dudando entre salir huyendo o solo dejar huella.
Perdiéndome por culpa del sol
aunque muchas veces sea de noche.

Lo que decía:
me acompañas hasta en las contradicciones.

Desde hace un tiempo, vomito nostalgia.
Cuando pienso en lo bonito que estaba el cielo
cuando amanecías.
Sobre todo.
Con las nubes incitándome a que volara.
A mí, que siempre estuve a un hilo de ser cometa.

Al final
resultó que el invierno era ver cómo me mirabas
mientras hacías la maleta.
Y de mientras, mi corazón poniéndote ojitos.
Como si no conocieras ya esa amenaza.
Y yo de mientras, diciéndote:

"Ya está el daño hecho. Ven a comer que se enfría."