jueves, 17 de julio de 2014

Re-cuerdos

I

Hace tiempo nos perdíamos entre la gente,
y a veces te buscaba
y tú no lo entendías.

Jugábamos a descifrar silencios
y a atrapar el tiempo,
hasta que las reglas exigieron que alguien ganara.

Todas las noches
era tarde para estar despiertos
y temprano para haber olvidado
que no dormíamos porque
quizá
ya no había nada con lo que soñar.

Yo tenía los ojos borrascosos
amenazando con tormenta,
y tú te tapabas la mirada con un paraguas
porque te negabas a ver el arcoiris
si tenías que soportar la lluvia.
Nunca supiste bailar bajo las gotas.
De mis lágrimas.
Ni tampoco lamerlas.

Era como cerrar la vida y dejarse algo dentro.


II

La de heridas que hemos dejado abiertas
por querer seguir sintiendo su dolor.
Y negarse a desprenderse de ese dolor
porque
a veces
es lo único que te queda.

Se está tan a gusto en ese desastre
que me niego a volver a mi felicidad,

porque volar no es lo mismo que saltar.
Al vacío.
Hablo de caer
y de que te guste el golpe.


III

No quería que fuese así,
pero nadie elige qué desear,
ni a quién querer,
ni de qué manera.

Qué mal se me da esto de sobrevivirte.


IV

Sigo rompiendo todo lo que toco.
E incluso a ti.
Sin rozarte.

Porque yo ya te echo,
pero no de menos.


V

Ahora los silencios huelen a lluvia,
y el olor de tu ausencia
se mezcla con el de los libros viejos
que dejaste en el armario.

Me prometiste
que me ibas a besar en cada semáforo en rojo
de Madrid,
y que íbamos a recorrer la Gran Vía de la mano.

Pero solo era eso.
Una promesa.

Y las promesas están hechas para romperse.


VI

Te fuiste
y te llevaste toda la poesía.

Ahora la cama está vacía.
Ya no estás.

Pero a veces se me olvida.


VII

Volvió el invierno.
Pero tú sigues lejos.
Y eso quema.