Locura amante,
suspiro afónico,
recuerdo tuyo.
Escasa vida,
razón sin sentido,
atardecer lluvioso.
Y mi frágil voz, celosa,
llora silenciosa una palabra de amor,
callada entre melancolía,
oculta en la nocturna entristecida soledad.
Las horas son eternas,
extensas,
lejanas,
semejantes a un día sin brillo,
a una luna eclipsada.
Y lloro [en silencio] por ti.
Y anhelas [alegre] mi presencia.
Aún en el sueño.
Aún en el desvelo.
Sin remedio te busco y te suplico,
tal vez mañana no sea más,
y ante tu belleza imposible,
amor,
te pueda tocar,
suave,
con el pulso de mi mano,
con elipsis feérica.
Pero,
¿qué inexistencia tan torpe, vida?
¿Cuán difícil puede ser encontrar una flor?
¿Dónde está ese lugar de tu presencia solitaria?
Callada eres tan perfecta, lejanía…
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