Demonios en mis noches,
impotencia en tu corazón,
acelerándose la sangre por tu cuerpo.
El odio no llega en ningún momento,
intentas calmarte,
caminando de un lado a otro,
encerrado en tu propio cuerpo.
No es miedo,
es descontrol.
Voces se escuchan
y nadie grita.
Son pasivas.
Ellas saben dónde encontrar el punto,
dónde más dolor crear.
Mientras repites una y otra vez
"las voces no existen",
te mientes hallarle un sentido,
pero en el fondo,
las voces siguen ahí.
Hasta que comprendiste,
los demonios convivieron contigo,
y aprendiste.
Creaste ejércitos mentales
que te absorbieron por completo.
Te construiste de nuevo.
Ser imperfecto ocultando huecos,
te defiendes de ti,
que estás ahí fuera
defendiendo tu interior.
Pero no existen momentos de tregua,
existen momentos donde regeneras tu vida
y crees pisar ciclos en vez de vivir.
Crees saber que ya estuviste ahí,
pero racionalmente es imposible.
Por ello te revives y te pisas,
para encontrar divisas más lejanas que volver a pisar.
Golpeaste para entrar de fuera,
quisiste ser interno.
El interno tiene miedo.
Las voces de repente entraron en silencio,
un grito rompió el cielo...
y los ángeles cayeron muertos al suelo.
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