Él era el epítome de un niño sin amor.
Y él lo sabía.
Y eso fue lo que le mantuvo inquieto y despierto la mayoría de las noches.
Bajó la mirada hacia el desorden de su pecho
y escuchó la respiración tranquila que escapaba de los labios de una muchacha
cuyo nombre no recordaba.
Por un segundo,
se debatió sobre su búsqueda en los rincones más oscuros de su mente
en un intento de recordar,
pero se dio cuenta de que ni siquiera se había molestado en preguntarle.
Esto lo decepcionó
[y fue otro signo de interrogación
que tuvo que añadir a la lista de nombres
que mantenía dibujada en su mente]
Al pensar en esta lista en particular,
se sintió enfermo,
como si una gota de remordimiento se filtrara en su estómago
y se extendiera como una infección
y ahora amenazara con subir.
Como la bilis.
Se incorporó sobre la cama
y cerró los dedos alrededor del cuello de la botella de vidrio
que mantenía oculta bajo sus muelles.
Se sentó y desenroscó la tapa,
con los ojos hipnotizados por el líquido ambarino
que se arremolinaba en la mitad inferior,
como un torbellino de oro.
La llevó a sus labios y la inclinó hacia atrás,
llenando su boca con la calidez y la sensación de falta de memoria
mientras se quemaba la garganta,
y ese ardor lo dejó limpio de todo mal recuerdo,
de cada lágrima que tantas chicas habían derramado sobre sus rodillas
frente a él,
rogándole que las amara;
de cada cigarro que había fumado en la azotea de su apartamento,
en un esfuerzo por nublar esas mismas memorias
[sin éxito];
de cada farola en la que había encontrado consuelo
mientras caminaba por las calles
inconscientemente
a las tres de la mañana,
en busca de respuestas que nunca llegaron a él.
Cerró los ojos y se imaginó el whisky creciendo dentro de él
hasta filtrarse en sus pulmones y llenarlos,
ahogándolo.
Mantuvo la respiración,
observando a la mujer que dormía a su derecha.
Se sintió enfermo de nuevo, así que dio otro trago.
Supo que cuando volviese a mirarla ya no la recordaría
[lo que se estaba convirtiendo en algo rutinario por su parte.]
De hecho,
su vida se había convertido en nada más que noches desconectadas
con mujeres sin nombre y sin rostro
y whisky que llenaba todo el espacio vacío en su interior.
Y no estaba seguro de cómo había llegado a ser lo que era,
pero ya no le importaba lo suficiente como para siquiera intentar entenderlo.
martes, 23 de julio de 2013
domingo, 21 de julio de 2013
Dedicatoria
Eres rápido y peligroso,
como un polvete sin condón en el baile de graduación.
Y no quiero bailar ningún vals
que no sea con tus caderas, pequeño.
Te quiero.
Ya sé que termino igual todos los mensajes,
pero es que me da pánico que se te olvide.
como un polvete sin condón en el baile de graduación.
Y no quiero bailar ningún vals
que no sea con tus caderas, pequeño.
Te quiero.
Ya sé que termino igual todos los mensajes,
pero es que me da pánico que se te olvide.
domingo, 14 de julio de 2013
Entre alguna cerveza
He puesto tu cara a todas las personas con las que he intentado olvidarte.
He puesto tu nombre sobre el mío,
tus palabras en mi boca
y el dolor dentro de un vaso del que apenas se ve el fondo.
Derramé licor del malo sobre tus fotos
pensando que el color de tu ropa se correría
y acabaría ardiendo bajo la luz de alguna vela.
Viniste cabalgando
sobre ilusiones blancas
bajo cielos verdes
de inquietas esperanzas
y pusiste en jaque mi vida
sin dar ninguna explicación.
Ya no la necesito.
Ya no te necesito.
Y algún día,
tras tanto despertar,
comprenderé que tú
tampoco me necesitabas.
He puesto tu nombre sobre el mío,
tus palabras en mi boca
y el dolor dentro de un vaso del que apenas se ve el fondo.
Derramé licor del malo sobre tus fotos
pensando que el color de tu ropa se correría
y acabaría ardiendo bajo la luz de alguna vela.
Viniste cabalgando
sobre ilusiones blancas
bajo cielos verdes
de inquietas esperanzas
y pusiste en jaque mi vida
sin dar ninguna explicación.
Ya no la necesito.
Ya no te necesito.
Y algún día,
tras tanto despertar,
comprenderé que tú
tampoco me necesitabas.
Poema inspirado y semiescrito
entre cervezas
con Carlos Salem.
sábado, 6 de julio de 2013
Para Robert Wynn y para esos casi 1000 kilómetros
Trigésimo mes desde que nuestras huellas se encontraron.
No se me ocurría una forma más obvia
ni más lógica que esta para darte las gracias por ser tú.
Han pasado diez meses desde la última y primera vez que nos vimos,
y aún apareces
[o pareces]
reflejado en los espejos de mi habitación.
Aquel día
lloví sobre tu espalda
con la esperanza de que las calles se inundaran y no pudieras escapar.
Intenté nadar la sombra de tus ojos en un barco de vela
sin tener en cuenta la tormenta que se avecinaba sobre nosotros,
y que al final acabó rompiendo nuestros timones
y nos dejo a la deriva en medio de un océano que creamos con nuestras lágrimas.
Y es verdad que a veces bostezaba
para que la gente pensara que tenía los ojos rojos por el cansancio
y no de tanto llorar.
Los motivos fueron muchos,
el resultado, solo uno:
estar sin ti
y eso.
Paramos en cientos de bares de carreteras estrechas que no conocíamos,
sin pensar cómo volveríamos a casa después de haber bebido tanto.
[Supongo que las mejores historias son las que surgen de imprevistos.]
Despierto por las mañanas y el silencio huele a ti.
El mismo silencio que varias veces ya he recortado y he metido en un sobre
para mandarlo a donde tú sueles despertar.
Después de todos estos inviernos
lo único que se me ocurre
es darte las gracias por todos esos abrazos de aire que me diste.
Dile de mi parte a la distancia que te necesito,
aunque solo sea de vez en cuando.
Tras todas estas reflexiones bobas,
lo único que se me ocurre es que
el cabrón que se inventó la frase
"la distancia es el olvido"
seguramente no tenía internet.
No se me ocurría una forma más obvia
ni más lógica que esta para darte las gracias por ser tú.
Han pasado diez meses desde la última y primera vez que nos vimos,
y aún apareces
[o pareces]
reflejado en los espejos de mi habitación.
Aquel día
lloví sobre tu espalda
con la esperanza de que las calles se inundaran y no pudieras escapar.
Intenté nadar la sombra de tus ojos en un barco de vela
sin tener en cuenta la tormenta que se avecinaba sobre nosotros,
y que al final acabó rompiendo nuestros timones
y nos dejo a la deriva en medio de un océano que creamos con nuestras lágrimas.
Y es verdad que a veces bostezaba
para que la gente pensara que tenía los ojos rojos por el cansancio
y no de tanto llorar.
Los motivos fueron muchos,
el resultado, solo uno:
estar sin ti
y eso.
Paramos en cientos de bares de carreteras estrechas que no conocíamos,
sin pensar cómo volveríamos a casa después de haber bebido tanto.
[Supongo que las mejores historias son las que surgen de imprevistos.]
Despierto por las mañanas y el silencio huele a ti.
El mismo silencio que varias veces ya he recortado y he metido en un sobre
para mandarlo a donde tú sueles despertar.
Después de todos estos inviernos
lo único que se me ocurre
es darte las gracias por todos esos abrazos de aire que me diste.
Dile de mi parte a la distancia que te necesito,
aunque solo sea de vez en cuando.
Tras todas estas reflexiones bobas,
lo único que se me ocurre es que
el cabrón que se inventó la frase
"la distancia es el olvido"
seguramente no tenía internet.
Para Robert Wynn
y para esos casi 1000 kilómetros.
viernes, 5 de julio de 2013
San Juan
Nublado, 22 grados centígrados.
Fuera, en la playa, y dentro de mi cabeza,
El tiempo, color y temperatura, coordinados.
Las olas dicen
"¡hey! estamos a tu disposición,
camina sobre nosotras y ahoga tus penas.
Si son originales, te escupiremos de vuelta."
[Lo más probable es bastante común, y lo haremos]
"Mantenga su cuerpo a flote, Sr. Marinero de Palabras,
nos recompensan por sufrir sus ideas trilladas,
por tragar todo, a usted y a su aperitivo de poemas que nadie lee,
cuerpo y alma enterrados juntos
en el cementerio del océano,
sólo un poeta muerto más que añadir a esta sociedad,
a nuestra propia colección."
"No, gracias", dice mi orgullo,
"yo solo soy un ecologista,
o, al menos, un mentalista a secas,
cuyas palabras escapan de su cuerpo,
a través de sus ojos, sus orejas y sus dedos."
Caminando por la playa
mis ojos no se engañan,
las conchas, las cortezas, la muerte patas arriba,
los cangrejos y moluscos me han encerrado en un círculo,
cogidos de la mano,
también ellos bailan y cantan sus lamentaciones,
[como si no tuviera suficiente con la mía]
para mantenerme por mi propia cuenta.
Míradnos,
danzamos alrededor del fuego,
disfrazados de rastrojos de palabras,
afrontándonos a nosotros y a nuestros ahoras, a nuestras expuestas verdades.
Tomad vuestros cuentos de ojos tristes de debajo de las olas,
que tal vez ellas nos escuchen
mientras vosotros disfrutáis encadenando vidas ajenas a vuestras arenas invisibles.
Las aguas os atraparán a vosotros y a vuestras quejas,
pero sin hacer ruido.
Son como instrucciones enviadas y bien recibidas.
Tú, poeta, eres uno de ellos,
y dices que sin sus permisos no puedes escribir,
y en realidad no puedes porque tu tristeza es tan simétrica como sus reflejos en el espejo.
Sin culpa en la vida, pero sobrevivimos
sin lastimar a nadie, a nada,
sin embargo aquí estamos, acostados,
ignoradonos, desatendidos.
¿No nos reconocéis?
Somos las conchas, vuestras cáscaras,
vuestros poemas sin leer, vuestras insípidas labores sin conservantes.
Y vosotros acabaréis ahogándoos en el mar de a quién le importa.
Los secuaces de playa han crucificado mi nada,
la verdad,
nuestra mentira.
Para completar mi vergüenza,
el viento y la arena intentan sacarme alguna lágrima de los ojos,
pero no lo consiguen, porque yo ya llevo llorando un buen rato.
Soy una persona orientada hacia sus propios resultados.
¿Mis resultados?
Nada.
Ahora no sé a dónde ir.
El silencio lleva muchas horas descoordinado,
y la simetría de mi cuerpo, ahora poco racional,
ha ido a darse un baño con una mente silenciada.
02:36 AM
En cualquier parte de la playa de Somo.
24 de junio 2013
Fuera, en la playa, y dentro de mi cabeza,
El tiempo, color y temperatura, coordinados.
Las olas dicen
"¡hey! estamos a tu disposición,
camina sobre nosotras y ahoga tus penas.
Si son originales, te escupiremos de vuelta."
[Lo más probable es bastante común, y lo haremos]
"Mantenga su cuerpo a flote, Sr. Marinero de Palabras,
nos recompensan por sufrir sus ideas trilladas,
por tragar todo, a usted y a su aperitivo de poemas que nadie lee,
cuerpo y alma enterrados juntos
en el cementerio del océano,
sólo un poeta muerto más que añadir a esta sociedad,
a nuestra propia colección."
"No, gracias", dice mi orgullo,
"yo solo soy un ecologista,
o, al menos, un mentalista a secas,
cuyas palabras escapan de su cuerpo,
a través de sus ojos, sus orejas y sus dedos."
Caminando por la playa
mis ojos no se engañan,
las conchas, las cortezas, la muerte patas arriba,
los cangrejos y moluscos me han encerrado en un círculo,
cogidos de la mano,
también ellos bailan y cantan sus lamentaciones,
[como si no tuviera suficiente con la mía]
para mantenerme por mi propia cuenta.
Míradnos,
danzamos alrededor del fuego,
disfrazados de rastrojos de palabras,
afrontándonos a nosotros y a nuestros ahoras, a nuestras expuestas verdades.
Tomad vuestros cuentos de ojos tristes de debajo de las olas,
que tal vez ellas nos escuchen
mientras vosotros disfrutáis encadenando vidas ajenas a vuestras arenas invisibles.
Las aguas os atraparán a vosotros y a vuestras quejas,
pero sin hacer ruido.
Son como instrucciones enviadas y bien recibidas.
Tú, poeta, eres uno de ellos,
y dices que sin sus permisos no puedes escribir,
y en realidad no puedes porque tu tristeza es tan simétrica como sus reflejos en el espejo.
Sin culpa en la vida, pero sobrevivimos
sin lastimar a nadie, a nada,
sin embargo aquí estamos, acostados,
ignoradonos, desatendidos.
¿No nos reconocéis?
Somos las conchas, vuestras cáscaras,
vuestros poemas sin leer, vuestras insípidas labores sin conservantes.
Y vosotros acabaréis ahogándoos en el mar de a quién le importa.
Los secuaces de playa han crucificado mi nada,
la verdad,
nuestra mentira.
Para completar mi vergüenza,
el viento y la arena intentan sacarme alguna lágrima de los ojos,
pero no lo consiguen, porque yo ya llevo llorando un buen rato.
Soy una persona orientada hacia sus propios resultados.
¿Mis resultados?
Nada.
Ahora no sé a dónde ir.
El silencio lleva muchas horas descoordinado,
y la simetría de mi cuerpo, ahora poco racional,
ha ido a darse un baño con una mente silenciada.
02:36 AM
En cualquier parte de la playa de Somo.
24 de junio 2013
miércoles, 3 de julio de 2013
Nuestras rosas secas
Tiré a la basura todos mis papeles,
los resguardos de las entradas de nuestros conciertos
y también los folletos de cada viaje,
y lo único que noté
fue una ligera falta de desorden
en mi habitación.
Limpié mi agenda
y escribí en ella nuevos planes
con personas que apenas conozco,
y hasta ahora
eso ha sido más divertido
que he hecho en meses.
Reescribí el poema
que juré que no volvería a enseñarte
en tiempo pasado,
y de repente
me sentí distanciada de él.
Pensé que mantendría el frasco de los recuerdos
como si fuera un pequeño instante de nuestra vida,
pero ahora estoy empezando a olvidar las palabras que me dijiste,
así que me imagino que tal vez serían más felices en la papelera de reciclaje.
Me acordé de la rosa en el florero en mi escritorio,
seca, pero de alguna manera, intacta,
y cuando la cogí
para lanzarla fuera
algunos de sus pétalos cayeron al suelo,
y lo único que pude hacer fue suspirar
y decir
"lo sé".
los resguardos de las entradas de nuestros conciertos
y también los folletos de cada viaje,
y lo único que noté
fue una ligera falta de desorden
en mi habitación.
Limpié mi agenda
y escribí en ella nuevos planes
con personas que apenas conozco,
y hasta ahora
eso ha sido más divertido
que he hecho en meses.
Reescribí el poema
que juré que no volvería a enseñarte
en tiempo pasado,
y de repente
me sentí distanciada de él.
Pensé que mantendría el frasco de los recuerdos
como si fuera un pequeño instante de nuestra vida,
pero ahora estoy empezando a olvidar las palabras que me dijiste,
así que me imagino que tal vez serían más felices en la papelera de reciclaje.
Me acordé de la rosa en el florero en mi escritorio,
seca, pero de alguna manera, intacta,
y cuando la cogí
para lanzarla fuera
algunos de sus pétalos cayeron al suelo,
y lo único que pude hacer fue suspirar
y decir
"lo sé".
martes, 2 de julio de 2013
Cosas bonitas
Esto se suponía que iba a ser
el poema que escribiría sin hacer ninguna referencia a mi amor por ti,
pero parece que las únicas cosas bonitas que puedo decir
son sobre nosotros.
Me pregunto lo que nunca te has preguntado sobre ello,
pero, de alguna manera, me lo pregunto por tu culpa.
Me pregunto cómo pudimos sobrevivir a la gran tormenta del verano pasado sin paraguas,
estando inmóviles bajo ella
hasta que me sacudiste para que recordara cómo respirar.
Pensando,
me di cuenta de que
nunca había deslizado mi brazo por el jerséy de un hombre al llegar el frío,
ni me había puesto la ropa del otro sexo en el cuerpo,
como tantas chicas hacían en innumerables películas.
Habría estado bien algo parecido mientras escribía esto.
Pero no podía haber sido tan malo.
Me quité la ropa mojada,
como si fuera una burla,
deseando que de alguna manera
pudieras estar vigilándome a través de las mamparas del baño.
Luego,
no sé si fuiste tú o las sábanas que se tragaron mis caderas,
como si se insertaran bajo tierra,
supe que seis horas más tarde me desperté dolorida de sentirme tan segura.
De ti aprendí que nadie puede rebobinar las estaciones
para recuperar el significado de las palabras
o devolver a los pinos sus viejas piñas.
Y la próxima vez que te llame
debería darte las gracias por decirme lo que tienes para desayunar por las mañanas,
lo que preparas para cenar
y lo que picas a medianoche.
el poema que escribiría sin hacer ninguna referencia a mi amor por ti,
pero parece que las únicas cosas bonitas que puedo decir
son sobre nosotros.
Me pregunto lo que nunca te has preguntado sobre ello,
pero, de alguna manera, me lo pregunto por tu culpa.
Me pregunto cómo pudimos sobrevivir a la gran tormenta del verano pasado sin paraguas,
estando inmóviles bajo ella
hasta que me sacudiste para que recordara cómo respirar.
Pensando,
me di cuenta de que
nunca había deslizado mi brazo por el jerséy de un hombre al llegar el frío,
ni me había puesto la ropa del otro sexo en el cuerpo,
como tantas chicas hacían en innumerables películas.
Habría estado bien algo parecido mientras escribía esto.
Pero no podía haber sido tan malo.
Me quité la ropa mojada,
como si fuera una burla,
deseando que de alguna manera
pudieras estar vigilándome a través de las mamparas del baño.
Luego,
no sé si fuiste tú o las sábanas que se tragaron mis caderas,
como si se insertaran bajo tierra,
supe que seis horas más tarde me desperté dolorida de sentirme tan segura.
De ti aprendí que nadie puede rebobinar las estaciones
para recuperar el significado de las palabras
o devolver a los pinos sus viejas piñas.
Y la próxima vez que te llame
debería darte las gracias por decirme lo que tienes para desayunar por las mañanas,
lo que preparas para cenar
y lo que picas a medianoche.
Auto-odio II
Tú vales mucho más
que el humo de tus cigarrillos,
o que el colocón confuso
que producen tus drogas.
Vales mucho más
que los chupitos de vodka
en barras de bares desconocidos
a las tres de la mañana,
y que los cortes que queman tu piel.
Vales mucho más
que las lágrimas resbalando por tus mejillas,
más que la tranquilidad,
y más que los sollozos demolidos que cantas antes de dormirte cada noche.
Mucho más
que el vidrio roto
y que las duras palabras frías que producen sus cortes.
Más,
mucho más
que una cuerda deshilachada
colgando de tus piernas
sobre un taburete caído.
que el humo de tus cigarrillos,
o que el colocón confuso
que producen tus drogas.
Vales mucho más
que los chupitos de vodka
en barras de bares desconocidos
a las tres de la mañana,
y que los cortes que queman tu piel.
Vales mucho más
que las lágrimas resbalando por tus mejillas,
más que la tranquilidad,
y más que los sollozos demolidos que cantas antes de dormirte cada noche.
Mucho más
que el vidrio roto
y que las duras palabras frías que producen sus cortes.
Más,
mucho más
que una cuerda deshilachada
colgando de tus piernas
sobre un taburete caído.
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