Él era el epítome de un niño sin amor.
Y él lo sabía.
Y eso fue lo que le mantuvo inquieto y despierto la mayoría de las noches.
Bajó la mirada hacia el desorden de su pecho
y escuchó la respiración tranquila que escapaba de los labios de una muchacha
cuyo nombre no recordaba.
Por un segundo,
se debatió sobre su búsqueda en los rincones más oscuros de su mente
en un intento de recordar,
pero se dio cuenta de que ni siquiera se había molestado en preguntarle.
Esto lo decepcionó
[y fue otro signo de interrogación
que tuvo que añadir a la lista de nombres
que mantenía dibujada en su mente]
Al pensar en esta lista en particular,
se sintió enfermo,
como si una gota de remordimiento se filtrara en su estómago
y se extendiera como una infección
y ahora amenazara con subir.
Como la bilis.
Se incorporó sobre la cama
y cerró los dedos alrededor del cuello de la botella de vidrio
que mantenía oculta bajo sus muelles.
Se sentó y desenroscó la tapa,
con los ojos hipnotizados por el líquido ambarino
que se arremolinaba en la mitad inferior,
como un torbellino de oro.
La llevó a sus labios y la inclinó hacia atrás,
llenando su boca con la calidez y la sensación de falta de memoria
mientras se quemaba la garganta,
y ese ardor lo dejó limpio de todo mal recuerdo,
de cada lágrima que tantas chicas habían derramado sobre sus rodillas
frente a él,
rogándole que las amara;
de cada cigarro que había fumado en la azotea de su apartamento,
en un esfuerzo por nublar esas mismas memorias
[sin éxito];
de cada farola en la que había encontrado consuelo
mientras caminaba por las calles
inconscientemente
a las tres de la mañana,
en busca de respuestas que nunca llegaron a él.
Cerró los ojos y se imaginó el whisky creciendo dentro de él
hasta filtrarse en sus pulmones y llenarlos,
ahogándolo.
Mantuvo la respiración,
observando a la mujer que dormía a su derecha.
Se sintió enfermo de nuevo, así que dio otro trago.
Supo que cuando volviese a mirarla ya no la recordaría
[lo que se estaba convirtiendo en algo rutinario por su parte.]
De hecho,
su vida se había convertido en nada más que noches desconectadas
con mujeres sin nombre y sin rostro
y whisky que llenaba todo el espacio vacío en su interior.
Y no estaba seguro de cómo había llegado a ser lo que era,
pero ya no le importaba lo suficiente como para siquiera intentar entenderlo.
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