lunes, 8 de abril de 2013

Mentiras y adiós

Querida crisis de identidad, de razón,
de amor, de físico,
de paz, de tranquilidad,
de mi verdad, de mi mentira,
de lujuria, de arrogancia,
llevamos muchos años juntas, y creo que es hora de que te deje.
Por cuantiosos motivos.
Acompañaste demasiados años siendo un cargante lastre para mi vida,
y últimamente me pesas demasiado.
Hoy me he dado cuenta, tras sufrirte una vez más, que la vida es como un globo,
y nosotros pendemos del hilo que le cuelga al final.
Junto a nuestra espalda llevamos una pesada carga, una pesada carga que todo lo puede,
que nos sube y nos baja a su antojo,
pero depende de nosotros, por muy mal que lo veamos, desprendernos de ella.
Y firmemente te digo que quizá hoy no, ni mañana,
pero poquito a poco
[o vodka tras vodka]
me voy a ir deshaciendo de ti,
para tocar con la punta de los dedos ese cielo eterno que te prometen en innumerables películas.
Para ponerle un punto y siempre seguido a esta conversación,
te diré que espero que me des un respiro, que me agobias,
que me haces caer demasiado rápido, y eso no me va bien.
Creo que he desarrollado vértigo agudo a tu costa.
Sé que nos volveremos a ver, y también tengo claro que aún no me vas a soltar,
por lo que te pido que de momento me des paz, que con eso me vale. Paz, calma y silencio.
Pero no silencio de no oir nada.
No.
Silencio de soledad. De despedirme de todos con un "hasta nunca" y una alígera sonrisa.
Un cuitado saludo.
Atentamente y nunca más tuya, la verdad de mi mentira.

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