invocando las memorias ahogadas en un
gin tonic, recordando entre mares
una fotografía que en tiempo pasado guardé
en el fondo del cajón de los calcetines,
lugar donde la magia se olvida y el
olvido se convierte en magia.
Retales de una debilidad convertida
toda en sadismo, haciendo
esclavos a los dueños y
ganando dos hostias por cada dos metros cuadrados de
orgullo tapizado.
No te engañes si te das cuenta,
te quiero más de lo que piensas.
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