viernes, 19 de abril de 2013

Punto de inflexión

Hoy no vengo a traeros poesía.
Hoy la cosa va a ser algo distinta.
No tengo nada preparado,
todo lo que diga va a ir saliendo de mi boca como si de suspiros se tratase.
Esto será como un punto de inflexión.

Creo que aún no me he presentado.
Me suelen llamar Loreley, aunque últimamente Lana está en mi orden del día.
Estoy camino de vivir ciento ochenta y ocho meses,
y soy púramente letrasada, como dirían mis amigos científicos.
Llevo dos años, próximamente tres, dando latín.
Cerca de ocho dando francés, y casi catorce dando inglés.
El año que viene sería mi primer año dando griego de no ser por el odio existente hacia las letras.
He elegido el camino de la filología clásica pero,
desde siempre y para siempre, las letras no se toman en serio.
La gente que está en la rama de ciencias nos trata como auténticos inútiles y vagos,
es una especie de racismo escrito.
Yo no atento contra los números,
y estoy cansada de que las personas de ciencias tengan verdadera aversión a las letras,
a sus asignaturas y a los que las cursamos.
Y esto es porque los de letras hemos estudiado matemáticas,
pero los de ciencias no han estudiado latín,
y no se puede despotricar contra algo que no se conoce.
Y no solo somos burlados por alumnos,
sino también por profesores. Y por los altos cargos de la política,
que no están de acuerdo en que se dé griego en nuestro instituto, y lo acabarán suprimiendo.
Sin letras no hay cultura,
y sin cultura, las mezclas de los químicos,
los puentes de los arquitectos o los avances de los médicos
NO SIRVEN.
Nos merecemos el mismo respeto que nosotros tenemos hacia ellos.

Un saludo a todos aquellos científicos que valoran lo que hacemos
y saben lo que es la tolerancia.

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