Voy a deshacer la poesía,
a quitarle tu nombre, a despoetizar mis ganas.
Olvídalo, olvida que este invierno es más frío sin mí.
Olvida que yo quería saber lo que era libertad y tú
me ataste a los hierros de la cama.
Olvida todas aquellas mentiras que nos
gemimos.
Léeme ahora que ya no te escribo,
ahora que he hecho humo de mis ganas
y he dejado de ahogarme en la inspiración de tus días raros.
Ahora ya ves,
tengo los dedos llenos de todas esas palabras que mi boca no se atreve a decir.
Algo así como que la primavera se corre al verte.
Imagínate.
Ojalá salgas esta
noche y te mojes mientras llueve
y que al menos algo logre calarte los huesos y
vuelvas a sentir.
Como el día que nos besamos en aquella esquina
y ya sabes lo
de mi mala costumbre de ir dejándome el corazón olvidado por ahí.
No sé, eres
como el arte abstracto,
los demás dicen que fuiste un tiempo perdido,
unas
ilusiones inútiles,
y yo, en todo este montón de heridas veo el caos más
perfecto que me hizo sentir viva.
Pero yo tampoco sé mucho de todo esto.
Lo
poco que sé del amor es que
duele más cuando el nombre de otra está entre tus
versos que cuando está en tu cama.
Y qué quieres que te diga,
me follé a
traición a la poesía a ver si los celos te mataban y volvías a versarme.
Y hoy
nieva, y tú no vas a incendiar esta noche,
pero ya da igual,
ya sé cómo
provocar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna.
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