viernes, 29 de noviembre de 2013

No hay ningún secreto en el equilibrio. Lo único que necesitas es un sombrero

 Fumando un lucky a medias, muriéndonos de ganas.
Nacho Vegas

Desde Tirso a Malasaña,
las cenizas de unos labios sabor hachís
van abriéndose camino
entre bares y birras,
dejando un rastro de humo
entre los colchones y sus piernas,
para poner
al final de la noche
un punto de inflexión en unos vaqueros caídos y medio rotos
al ritmo de Extremoduro.

No os engañéis si le veis:
poesía es su olor a hierba.

Me gustan los versos,
los suyos,
saber que sabe escribirlos en la piel.
Que con un gesto puede hacer que el amanecer se detenga
y se quede abrazando a la noche entre las sábanas,

como el polvo que te gustaría ver en una poesía cachonda,
como pro-posiciones de lo más indecentes
o como andar en la cuerda floja de lo inestable
haciendo equilibrios con la posibilidad de tomarme una cerveza
contigo
en el próximo asalto.

Madrid parece diminuta
cuando imagino que escribes bajo su techo.
Como si el piso alquilado de tus versos
fuera lo más parecido a mi hogar.

En serio.

Tú y yo podríamos enamorarnos.
Sin duda.
Así que mejor que no nos conozcamos.
Es un riesgo que no podemos correr.


"Conmigo habrías empalmao.
Tú, quiero decir."
Escandar Algeet 

jueves, 5 de septiembre de 2013

La mentira más bonita a la que he besado

Nos dimos un gran revolcón en aquella arena importada del Caribe.
Bueno,
del Caribe no sé,
pero el revolcón fue tan bueno
que no importaba ni siquiera que fuera made in China.

Nos dimos un abrazo tan
pero tan inmenso
que despegarnos nos costó la eternidad y más.
[La culpa es tuya,
que después de abrazarme
siempre me sueltas.]

Y nos dedicamos a buscar la luna.
Y ahí estaba ella,
amarrada a los balcones,
mirándonos
como diciendo
"desatadme,
que quiero bajarme de aquí arriba.
Estoy harta de vivir siempre colgando."

Nos dimos de lleno contra la montaña de nuestros sueños
y era tan grande que la derrumbamos a cabezazos bien porfiados.
Y bien porfiados resultamos ser nosotros,
a pesar de toda esa desolación que vino a atacarnos
sin más explicación de que era buena hora para destruirnos.
Pero nos sentimos inmunes,
nos sentimos fuertes,
poderosos,
Atilas encandilados,
Atlas sosteniendo el mundo con una sola mano.

Y nos fuimos lejos de ahí.
Nos fuimos del gran reino de los estúpidos
y construimos nuestro reino particular,
y ahí volvimos una y otra vez
perdiendo la ropa por el camino.

Pero,
como todo,
esos aires de frescura
no eran más que un engaño a los sentidos más necios.
Y nos hizo falta una mentira para darnos cuenta.
Solo una mentira.
Literalmente.

Y nos mentimos.
Pensamos que así, quizá, podríamos mantenernos vivos.

Me he visto reflejada en tantas mentiras
que ya no sé en cuál creerme.
He visto mentiras piadosas
más despiadadas que las bocas de las que salían.
He visto mentiras desde miradas ajenas que intentaban seducir las mías.
Pero por más que lo intentaban, más me negaba a tragarlas.
Siempre he sido más de escupirlas.

Mentir nos engrandece. Nos coloca. Nos pone cachondos.

Pero esta noche
no vamos a contarnos
mentiras.

Tralará.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Café con hielo, sin besos ni caricias

Y nuestro café se enfrió al derretirse los hielos,
cansados de esperar ese momento que tanto temíamos.

Nos lo bebimos a sorbos lentos,
saboreando cada trago
como si fueran instantes que poco a poco se nos escapaban de las manos.
Pero no. No lo disfrutamos.
Nunca un café había estado tan amargo,
aún sabiendo que tal vez fuera el último que bebíamos en buena compañía.

Poco a poco ya no era café,
sino agua.
Hielo deshecho.
Mira qué casualidad,
el hielo estaba justo como nosotros.
O como yo, al menos.

Tratamos de alargar la tarde como pudimos,
sabiendo que después de ese café vendría el adiós,
y que después del adiós
ya no vendría nada.
Y cuesta imaginar una nada con la misma persona con la que
[un día no muy lejano]
imaginaste algo.

Finalmente nos levantamos y salimos de aquel bar.
Nuestro bar,
en el que habíamos pasado tantas tardes y tantas noches.
Allí se quedaron los posos de un café 
junto con las cenizas de un cigarro
que se consumía junto a nuestras ganas de ser algo.
Restos.
Todo restos.

Fue una tarde fría,
amarga, 
de sorbos lentos y palabras rápidas,
de miedo a despedirse,
de posos,
de cenizas y de sueños rotos,
si bien todo es lo mismo.
Fue la tarde del último café.
Café solo, sin besos ni caricias.
Fue nuestra última tarde juntos.

lunes, 12 de agosto de 2013

Relojes de arena con polvo encima

Siento cómo el tiempo se resbala entre mis dedos
y la arena del reloj se convierte en unos insignificantes granos de arena
que no son nada en medio de un desierto.

Siento cómo la mecha del día a día cada vez se consume más y más rápido,
como si no fuéramos más que un segundo en una hora.
Uno más de tantos.

A veces creo que elegí rechazar una realidad más profunda
para poder quedarme atrapada en esta pequeña jaula
que se mantiene viva por la monotonía y la ingenuidad.
Esta jaula que me creo yo misma
cuando veo el contorno de sus rejas dibujándose en el suelo
y me encierro en una sombra que no es la mía.
Esta jaula,
que siempre ha sido mi protección,
que está acabando con mi vida
[si no lo ha hecho ya.]

Necesito escapar de esto, irme lejos,
y olvidar.
Olvidar porque no recordar todos los días está muy visto
y porque hablamos de olvidar como si pudiéramos hacerlo.

Las nubes de tormenta se hacen conmigo
en tiempos en los que lo único que me falta es un paraguas.
El polvo reposa sobre mis alas
y para volar necesito que me soplen.
A veces me asusta el vacío en el que me muevo y le dedico versos,
por si le entran celos a tus poemas y vuelven a escribirme.

Me pregunto en qué noche te hiciste recuerdo.

Y qué sentido tiene la vida
cuando siempre se busca algo y nunca se encuentra nada.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Hoy llueve


martes, 23 de julio de 2013

Memorias de vuestros sábados

Él era el epítome de un niño sin amor.
Y él lo sabía.  
Y eso fue lo que le mantuvo inquieto y despierto la mayoría de las noches.

Bajó la mirada hacia el desorden de su pecho  
y escuchó la respiración tranquila que escapaba de los labios de una muchacha 
cuyo nombre no recordaba.
Por un segundo
se debatió sobre su búsqueda en los rincones más oscuros de su mente 
en un intento de recordar,  
pero se dio cuenta de que ni siquiera se había molestado en preguntarle.

Esto lo decepcionó
[y fue otro signo de interrogación   
que tuvo que añadir a la lista de nombres  
que mantenía dibujada en su mente]

Al pensar en esta lista en particular
se sintió enfermo, 
como si una gota de remordimiento se filtrara en su estómago 
y se extendiera como una infección  
y ahora amenazara con subir

Como la bilis.

Se incorporó sobre la cama 
y cerró los dedos alrededor del cuello de la botella de vidrio  
que mantenía oculta bajo sus muelles.
Se sentó y desenroscó la tapa
con los ojos hipnotizados por el líquido ambarino  
que se arremolinaba en la mitad inferior,
como un torbellino de oro.
La llevó a sus labios y la inclinó hacia atrás,  
llenando su boca con la calidez y la sensación de falta de memoria
mientras se quemaba la garganta,

y ese ardor lo dejó limpio de todo mal recuerdo,

de cada lágrima que tantas chicas habían derramado sobre sus rodillas  
frente a él
rogándole que las amara;  
de cada cigarro que había fumado en la azotea de su apartamento,  
en un esfuerzo por nublar esas mismas memorias
[sin éxito];
de cada farola en la que había encontrado consuelo  
mientras caminaba por las calles 
inconscientemente  
a las tres de la mañana,  
en busca de respuestas que nunca llegaron a él.

Cerró los ojos y se imaginó el whisky creciendo dentro de él  
hasta filtrarse en sus pulmones y llenarlos,  
ahogándolo.

Mantuvo la respiración,
observando a la mujer que dormía a su derecha.
Se sintió enfermo de nuevo, así que dio otro trago.
Supo que cuando volviese a mirarla ya no la recordaría
[lo que se estaba convirtiendo en algo rutinario por su parte.]
De hecho
su vida se había convertido en nada más que noches desconectadas  
con mujeres sin nombre y sin rostro  
y whisky que llenaba todo el espacio vacío en su interior.  

Y no estaba seguro de cómo había llegado a ser lo que era, 
pero ya no le importaba lo suficiente como para siquiera intentar entenderlo.

domingo, 21 de julio de 2013

Dedicatoria

Eres rápido y peligroso,
como un polvete sin condón en el baile de graduación.
Y no quiero bailar ningún vals
que no sea con tus caderas, pequeño.
Te quiero.
Ya sé que termino igual todos los mensajes,
pero es que me da pánico que se te olvide. 

domingo, 14 de julio de 2013

Entre alguna cerveza

He puesto tu cara a todas las personas con las que he intentado olvidarte.
He puesto tu nombre sobre el mío,
tus palabras en mi boca
y el dolor dentro de un vaso del que apenas se ve el fondo.

Derramé licor del malo sobre tus fotos
pensando que el color de tu ropa se correría
y acabaría ardiendo bajo la luz de alguna vela.

Viniste cabalgando
sobre ilusiones blancas
bajo cielos verdes
de inquietas esperanzas
y pusiste en jaque mi vida
sin dar ninguna explicación.
Ya no la necesito.
Ya no te necesito.
Y algún día,
tras tanto despertar,
comprenderé que tú
tampoco me necesitabas.

Poema inspirado y semiescrito
entre cervezas
con Carlos Salem. 

sábado, 6 de julio de 2013

Para Robert Wynn y para esos casi 1000 kilómetros

Trigésimo mes desde que nuestras huellas se encontraron.

No se me ocurría una forma más obvia
ni más lógica que esta para darte las gracias por ser tú.

Han pasado diez meses desde la última y primera vez que nos vimos,
y aún apareces
[o pareces]
reflejado en los espejos de mi habitación.

Aquel día
lloví sobre tu espalda
con la esperanza de que las calles se inundaran y no pudieras escapar.
Intenté nadar la sombra de tus ojos en un barco de vela
sin tener en cuenta la tormenta que se avecinaba sobre nosotros,
y que al final acabó rompiendo nuestros timones
y nos dejo a la deriva en medio de un océano que creamos con nuestras lágrimas.
Y es verdad que a veces bostezaba
para que la gente pensara que tenía los ojos rojos por el cansancio
y no de tanto llorar.
Los motivos fueron muchos,
el resultado, solo uno:
estar sin ti
y eso.
Paramos en cientos de bares de carreteras estrechas que no conocíamos,
sin pensar cómo volveríamos a casa después de haber bebido tanto.
[Supongo que las mejores historias son las que surgen de imprevistos.]

Despierto por las mañanas y el silencio huele a ti.
El mismo silencio que varias veces ya he recortado y he metido en un sobre
para mandarlo a donde tú sueles despertar.

Después de todos estos inviernos
lo único que se me ocurre
es darte las gracias por todos esos abrazos de aire que me diste.
Dile de mi parte a la distancia que te necesito,
aunque solo sea de vez en cuando.

Tras todas estas reflexiones bobas,
lo único que se me ocurre es que
el cabrón que se inventó la frase
"la distancia es el olvido"
seguramente no tenía internet.


Para Robert Wynn
y para esos casi 1000 kilómetros.

viernes, 5 de julio de 2013

San Juan

Nublado, 22 grados centígrados. 
Fuera, en la playa, y dentro de mi cabeza, 
El tiempo, color y temperatura, coordinados.

Las olas dicen
"¡hey! estamos a tu disposición, 
camina sobre nosotras y ahoga tus penas. 
Si son originales, te escupiremos de vuelta."

[Lo más probable es bastante común, y lo haremos]

"Mantenga su cuerpo a flote, Sr. Marinero de Palabras,
nos recompensan por sufrir sus ideas trilladas,
por tragar todo, a usted y a su aperitivo de poemas que nadie lee, 
cuerpo y alma enterrados juntos
en el cementerio del océano, 

sólo un poeta muerto más que añadir a esta sociedad,
a nuestra propia colección."

"No, gracias", dice mi orgullo, 
"yo solo soy un ecologista, 
o, al menos, un mentalista a secas, 
cuyas palabras escapan de su cuerpo, 
a través de sus ojos, sus orejas y sus dedos."

Caminando por la playa
mis ojos no se engañan,
las conchas, las cortezas, la muerte patas arriba,
los cangrejos y moluscos me han encerrado en un círculo, 
cogidos de la mano,
también ellos bailan y cantan sus lamentaciones,  
[como si no tuviera suficiente con la mía] 
para mantenerme por mi propia cuenta.
 
Míradnos,
danzamos alrededor del fuego,  
disfrazados de rastrojos de palabras,
afrontándonos a nosotros y a nuestros ahoras, a nuestras expuestas verdades.
Tomad vuestros cuentos de ojos tristes de debajo de las olas,
que tal vez ellas nos escuchen
mientras vosotros disfrutáis encadenando vidas ajenas a vuestras arenas invisibles.  
Las aguas os atraparán a vosotros y a vuestras quejas, 
pero sin hacer ruido.

Son como instrucciones enviadas y bien recibidas.
Tú, poeta, eres uno de ellos

y dices que sin sus permisos no puedes escribir,
y en realidad no puedes porque tu tristeza es tan simétrica como sus reflejos en el espejo.

Sin culpa en la vida, pero sobrevivimos
sin lastimar a nadie, a nada,
sin embargo aquí estamos, acostados, 
ignoradonos, desatendidos.
¿No nos reconocéis?
Somos las conchas, vuestras cáscaras, 
vuestros poemas sin leer, vuestras insípidas labores sin conservantes.  

Y vosotros acabaréis ahogándoos en el mar de a quién le importa.

Los secuaces de playa han crucificado mi nada,
la verdad

nuestra mentira. 

Para completar mi vergüenza,
el viento y la arena intentan sacarme alguna lágrima de los ojos,

pero no lo consiguen, porque yo ya llevo llorando un buen rato. 

Soy una persona orientada hacia sus propios resultados.
¿Mis resultados?

Nada. 

Ahora no sé a dónde ir.
El silencio lleva muchas horas descoordinado,
y la simetría de mi cuerpo, ahora
poco racional, 
ha ido a darse un baño con una mente silenciada.

02:36 AM

En cualquier parte de la playa de Somo. 
24 de junio 2013

miércoles, 3 de julio de 2013

Nuestras rosas secas

Tiré a la basura todos mis papeles,
los resguardos de las entradas de nuestros conciertos
y también los folletos de cada viaje,
y lo único que noté
fue una ligera falta de desorden
en mi habitación.
 

Limpié mi agenda
y escribí en ella nuevos planes
con personas que apenas conozco,
y hasta ahora
eso ha sido más divertido 

que he hecho en meses.
 

Reescribí el poema
que juré que no volvería a enseñarte
en tiempo pasado,
y de repente 

me sentí distanciada de él.

Pensé que mantendría el frasco de los recuerdos
como si fuera un pequeño instante de nuestra vida,
pero ahora estoy empezando a olvidar las palabras que me dijiste,
así que me imagino que tal vez serían más felices en la papelera de reciclaje.

Me acordé de la rosa en el florero en mi escritorio,
seca, pero de alguna manera, intacta,
y cuando la cogí
para lanzarla fuera
algunos de sus pétalos cayeron al suelo,
y lo único que pude hacer fue suspirar
y decir

"lo sé".

martes, 2 de julio de 2013

Cosas bonitas

Esto se suponía que iba a ser 
el poema que escribiría sin hacer ninguna referencia a mi amor por ti,
pero parece que las únicas cosas bonitas que puedo decir  
son sobre nosotros.

Me pregunto lo que nunca te has preguntado sobre ello,
pero, de alguna manera, me lo pregunto por tu culpa.
Me pregunto cómo pudimos sobrevivir a la gran tormenta del verano pasado sin paraguas,
estando inmóviles bajo ella
hasta que me sacudiste para que recordara cómo respirar.


Pensando, 
me di cuenta de que 
nunca había deslizado mi brazo por el jerséy de un hombre al llegar el frío,
ni me había puesto la ropa del otro sexo en el cuerpo,
como tantas chicas hacían en innumerables películas. 
Habría estado bien algo parecido mientras escribía esto.

Pero no podía haber sido tan malo.

Me quité la ropa mojada,
como si fuera una burla,
deseando que de alguna manera  
pudieras estar vigilándome a través de las mamparas del baño.

Luego, 
no sé si fuiste tú o las sábanas que se tragaron mis caderas,
como si se insertaran bajo tierra,
supe que seis horas más tarde me desperté dolorida de sentirme tan segura.

De ti aprendí que nadie puede rebobinar las estaciones 
para recuperar el significado de las palabras
o devolver a los pinos sus viejas piñas.

Y la próxima vez que te llame
debería darte las gracias por decirme lo que tienes para desayunar por las mañanas,
lo que preparas para cenar
y lo que picas a medianoche.


Auto-odio II

Tú vales mucho más
que el humo de tus cigarrillos,
o que el colocón confuso
que producen tus drogas.
 

Vales mucho más
que los chupitos de vodka 

en barras de bares desconocidos 
a las tres de la mañana,
y que los cortes que queman tu piel.
 

Vales mucho más
que las lágrimas resbalando por tus mejillas,
más que la tranquilidad,
y más que los sollozos demolidos que cantas antes de dormirte cada noche.
 

Mucho más 
que el vidrio roto
y que las duras palabras frías que producen sus cortes.
 

Más,
mucho más 

que una cuerda deshilachada
colgando de tus piernas
sobre un taburete caído.

sábado, 29 de junio de 2013

Rosado, como tus mejillas

El vino entra por la boca
y el amor entra por los ojos.
Eso es todo lo que sabremos de verdad
antes de envejecer y morir.
Elevo el vaso hacia mi boca,
te miro
y suspiro.

viernes, 28 de junio de 2013

Auto-odio

Era la representación ambulante de todo lo que esperaba que nunca llegaría a ser.
Los días eran duros, pero las noches siempre lo eran más.

Preparaba el café a las once porque estaba aterrorizada de sus sueños,
y buscaba inspiración en el final de sus cigarros,
porque le gustaba la forma en la que el humo mordía las paredes de su garganta
[como todos los insultos de auto-odio que se tragaba.]

Estresada y deprimida, pero siempre bien vestida,
ocultaba su tristeza bajo capas de arrogancia vacía,
cosida a las costuras de sus botas desgastadas y a sus irónicamente mal ajustados jerséis de moda.

Cuando los deslices indeseados de luz corrían a través de las boquiabiertas persianas,
sentía el miedo cálido del día arrastrándose por sus dedos.
Le tomaba tres tazas de café y 150 gramos de estigma social mover su sangre y despertarse.
[Algunas personas no están hechas para las mañanas]

A las tres y pico 
empezaba a sentir el anhelo de las motas de polvo que se habían reunido en su mente mientras dormía.
Su torpes palabras viajaban sobre su paladar
con más frecuencia que con la que tropezaba sobre sus propios pies. 
[Debió de quedarse dormida el día que aprendimos a dar sentido a las sílabas rotas,
que explosionaban y dejaban heridas que apenas se podían sanar.]

Ahora ha dejado de luchar,  
tratando de hablar en un idioma que aún se siente extranjero en su lengua.

Escribía con rayas y garabatos ilegibles 
porque creía que nada de lo que escribía valía la pena tratar de descifrar.
Sus manos eran aún muy pequeñas
para todas las cosas que de todos modos quería crear.


La mayor parte de las cosas que poseía estaban rotas o inservibles por completo. 
Y la mayoría de los días, se sentía demasiado o nada,
y muy pocas veces se levanta después de darse de bruces con la realidad,
porque se niega a creer en las cosas que no entiende.


A las cuatro de la tarde
le dijeron que los ombligos son huellas dejadas por dios.
Así que se pasó sus siguientes 10 años perdiendo todos sus minutos tratando de telefonear al cielo,
pero nadie cogió el teléfono.

Un día se dio cuenta de que los ombligos son sólo otra forma de molestar a los padres,
y ese día se sintió sola.


A las ocho,
esperaba finalmente darse cuenta de que no hay nada romántico en sus forzadas excusas, 
o en la forma en que se siente claustrofóbica en las multitudes
y solo encuentra consuelo entre los árboles,

porque entiende por qué esas multitudes se pasan la vida
tratando de agarrar las manos con las nubes.


¿A qué edad empezó a perder su simpatía?
En toda su vida ha sentido los suspiros de criaturas solitarias
llenando los espacios de entre sus vértebras.
Sabe que siempre será capaz de oír las ásperas grietas de la compasión
cada vez que gire su cansada espalda.

jueves, 27 de junio de 2013

Hapiness

La felicidad es
cuando te ríes a carcajadas,
cuando las arrugas no desaparecen
y hay pequeñas heridas en todos los rincones de tus ojos
y aún así sigues riendo,
sin preocuparte de lo feo que estás con ese tipo de risa,
que empuja el planeta y destruye el mundo.

La felicidad es
cuando tienes ganas de bailar,
y todo se convierte en vals, o en tango o en música de discoteca.
Imaginad por un momento
ser capaces de hacer lo que realmente os gusta,
sin importar el mundo,
sin vacilar, sin preocuparse,
sin dudar.

La felicidad es 
sobre todo
cuando piensas que has puesto una sonrisa 
en la cara de alguien  
después de leer uno de tus poemas.

miércoles, 26 de junio de 2013

Para vosotros

Brindo por los amigos que hemos perdido,
por los que hemos ganado,
y por la gente a la que nunca conoceremos por su nombre.

Por los vínculos que hemos creado 
y por los álbumes que hemos llenado de recuerdos que podrán desaparecer,
pero nunca ser asesinados.

Brindo por las llamadas de teléfono que se llenaron de lágrimas,
y por las horas dedicadas a hablar de nuestros miedos.
Por la gente que pensamos que merecía nuestro corazón,
a quien ahora golpeamos y echamos por tierra.


Brindo por las fotos en marcos con historias que contar, 
que vamos a estar seguros de llevarlas con nosotros cuando nos vayamos. 
Por los partidos de fútbol que hemos visto bajo las luces, 
por nuestros gritos y cantos flotando en la noche.
Por las fiestas de graduación y sus bailes,
y los romances de secundaria.
Por los juegos de regreso a casa,
con todas las victorias a nuestro nombre.

Brindo por las largas noches que hemos pasado estudiando
y por el café de las mañanas que compensó nuestro descanso.
Por los nervios antes de los exámenes
y la excitación tras acabarlos. 
Por los bailes y eventos que tardamos meses en organizar, 
por la noche anterior a las preocupaciones que llegaron demasiado tarde.

Brindo por las lágrimas que sabíamos que lloraríamos,
por las personas y lugares a los que dijimos adiós.
Por las cosas salvajes y extrañas que hemos hecho, 
que vamos a recordar como las más divertidas.

Brindo por las cartas que dejamos sin firmar,
que nuestras identidades serán reveladas a su debido tiempo.
Por las relaciones con las que nos preguntamos cómo pudimos vivir sin ellas
y por los flechazos con los que miramos atrás y ahora reímos.

Así que ahora es el momento de colocar nuestros vasos boca abajo,
ponernos nuestros gorros y girar las borlas hacia delante,
escuchar nuestros nombres y dejarlos correr a través del eco
y darnos cuenta de lo rápido que han pasado estos años.

Levantad las copas hacia el cielo,
con los sueños y esperanzas sostenidos en lo alto.

viernes, 21 de junio de 2013

Camas deshechas

He encontrado un mechón de tu pelo
enredado entre mis sábanas,
ahogándose en el océano que una vez navegamos,
perdido.

La chaqueta que llevabas
ahora cuelga de un alambre fino en mi armario.
Las polillas festejan en tela de un color gris apagado
y fingen ser mariposas.

Plantamos palabras en macetas de mugre,
haciendo promesas de margaritas con las manos sucias
solo para que las flores se marchitasen
cuando sus secas raíces fueran olvidadas.

Un medallón colocado en tu pecho,
eslabones de cadena de frío acero bloqueados en tu cuello,
agobiando donde la cordura se entrelazó una vez con la locura.

Los marcos sostienen atisbos de sonrisas
escondidas en posturas ordenadas,
que mantuvimos durante días
ignorando las cansadas quemaduras de los músculos debilitados
después de fingir tantas risas.

Y el café,
rancio,
en vasos astillados,
manchando con anillos marrones sus fondos blancos
cuando se dejan sin lavar por limpiar vasos de tubo
que se sirvieron entonces con vodka y confusión,
[porque el vodka con lima es para novatos]
esos que se beben las noches de los sábados
y se encuentran rotos en el suelo los domingos por la mañana.

Colillas de cigarrillos en piscinas de ceniza,
de liados que se inhalan en el alféizar de una ventana,
de recuerdos,
para que los pulmones los respiren
y para que las lenguas los degusten,
aunque ya estén cansadas de tanto probar.

A través de toques de sábanas suaves,
flores marchitas y tazas de café,
oigo pasos en pisos contiguos,
trayendo susurros entrecortados de liberación,
y sus dedos, como ramas, intentando agarrar el calor suave de la cama.

Y es que aún quedan nuevos marcos que comprar,
cadenas que reparar
y muchas camas por hacer.

jueves, 20 de junio de 2013

Birthday

Todas las velas de cera del mundo no podrían devolverme lo que te has llevado de mí. Feliz cumpleaños. Te quiero.

lunes, 17 de junio de 2013

sábado, 8 de junio de 2013

Some nameless one

Gente sin fin en una habitación roja,
hilándose, 

como una trampa masiva florenciendo, 
como arañas en ácido envolviendo a su presa

Con el centelleante candelabro colgado.

[me gustaría colgar alrededor
o tal vez colgarme a mí mismo.]
Atenuar las luces y dejar progresar la farsa de los inocentes.
 

Copas de cristal y mujeres insulsas,
todas con cinturas que se encogen. 

Solo piensan en beber y beber
van a saltarse la cena.

Voy a estar ahogándome en la esquina,
pegada a la pared o a algún tipo sin nombre. 

En realidad no me importa demasiado en este momento.
 

Escena hinchada por un sinfín de palabras vacías,
la sala incendiada por este abismo social,
trepando por la pared como enredaderas con garras.
 

Hay agujeros por todas partes. 
Déjame pasar la noche soplando anillos de humo,
no sea que el veneno que contengo se derrame.
No sea que las paredes se derrumben. 

No sea que los relojes cuenten el tiempo. 
No sea que la canción se repita.

martes, 4 de junio de 2013

Errores gramaticales

Corrigiendo errores gramaticales,
sus ojos atraviesan línea tras línea tras línea
de desnuda piel de gallina.
Ningún dedo traza su recorrido
aunque sus gafas magnifican como un segundo arrastre
a través de cada barrido lento

excavando sus talones en toda la superficie, 
mientras el estómago hace nudos inferiores.  
No hay historias leídas, no hay historias escritas
esto es una búsqueda,
una caza de errores casuales,
[hecha hace mucho tiempo, 
durante el soleado y lleno de risas verano,
en las vacaciones con seis años,
o nueve,
o quizá diecisiete.],
errores para ser rodeados
con un rotulador -satisfecho de su insatisfacción- 
rojo.
Subrayadores
para la posterior
corrección
con un frío
bisturí.

Spring

lunes, 3 de junio de 2013

Paranoias y monomanías

No tienes ni idea de cuánto tiempo pensé en aquella carta. 
O en los borradores que escribí y luego destrocé. 
O en lo mucho que pensé en abandonar en el camino. 
¿Y te diste cuenta de lo mucho que estaba temblando?  
Y por un momento me olvidé de que nada había cambiado.  
De que ni siquiera cruzamos las palabras. 
Entonces me fui, todavía temblando, 
pero me hubiera gustado haber estado,
de alguna manera,
allí todavía.
Supe lo que sus padres dijeron cuando la puerta se cerró de golpe.
Supe lo que tú hiciste. 
¿Les miraste de inmediato? ¿O esperaste hasta que arreglaste tu soñoliento pelo?
¿Subiste a tu habitación y te tiraste en la cama? ¿O primero sacaste mi regalo de debajo de la cama?
¿Te sorprendiste cuando le quitaste el envoltorio a los problemas? 
¿O simplemente sabías que esos problemas desnudos sin papel era yo? 
¿Querías leerlo? ¿O tenías miedo?
Me gustaría poderte haber visto abriéndolo, porque creo que puedo imaginarme tus cuidadosos dedos.
Pero no tus ojos. 
Me gustaría poder haber visto tus ojos,
porque los ojos son la ventana del alma,
y una vez tu alma estuvo enamorada de la mía.
Pensaste "oh, papel rayado, justo como ella",
y te diste media vuelta.
¿Hizo que me odiaras? ¿O que pensaras en mi?
¿Tuviste que leerlo más de una vez para asimilarlo?
Y después de que lo doblaras de nuevo,
¿lo dejaste en la mesilla de al lado de tu cama? ¿O tal vez en un cajón, o en una cartera,
o en una caja, o en un lugar secreto que nadie sabe?
¿Reviviste nuestros recuerdos? ¿O ya los has bloqueado fuera de tu mente?
¿Luchaste contra las ganas de mandarme un mensaje al respecto?
¿O simplemente ya no querías hablar jamás conmigo?
Y no sé por qué,
pero les hablé a tus amigos sobre la carta, pero no de lo que había escrito en ella.
No lo que decía.
Y si pudiera saber algo, sería posiblemente por qué ocultabas todo aquello que te decía.
A pesar de que tú ya no eres más yo y que no quieres serlo de nuevo
y nada va a pasar
[ni debe]
sientes de la misma manera.
¿Estuvo en tu mente todo el día? ¿O fue fácil de olvidar?
¿Fue tu tweet de la 01:32 a.m. sobre mi? ¿Puedo fingir que lo era de todos modos?
Me hace sentir mejor.
¿Echas de menos hablar hasta las mil de la mañana?
Yo sí.
¿Sobre qué debo escribir un poema ahora?
Lo único que puedo decir ahora es que lo siento.

Estoy leyendo tu libro favorito
justo ahora.

viernes, 31 de mayo de 2013

La obra continúa

Ese papel que tú juegas 
[sarcástico, apático,
confiado]
lo conozco bastante bien,

y eres un buen actor,
no hay duda,
pero creo
que se trata más bien de un acto en la obra
que de lo que te gustaría fingir en la realidad.
Veo el caos
que hierve a fuego lento por debajo.
No creas que yo no

he jugado tanto
a ambos lados de esta historia. 

Una y otra y otra vez.
cómo termina
y no importa cómo 

pero quiero cambiarlo. 
Es la misma y, 
finalmente, 
voy a continuar
jugando de nuevo
en alguna otra etapa.

Desearás no tener que llegar a eso.
¿Por qué no cortar la película
y mandar a la mierda el acto?   
Piensa en ello. 
que no quieres,
pero no es tan duro 

como has llegado a creer.
No estoy para nadie más. 

Tú has estado cerca,
ya sea pasado o presente, 

y creo que ya lo sabías,
o al menos, lo pensabas.
Si te dejas a ti mismo
date cuenta de ello. 

Pero un actor
es un actor,
y tú eres

quien tú eres.
Sólo desearía 

no llegar a eso.
Puedo jugar a mis juegos
y tú puedes jugar a los tuyos,
con quien sea y cuando sea. 

Queremos,
[a pesar de que todavía tienes problemas
con la primera regla que traté de enseñarte]
pero ¿no te parece obsoleto?
¿No ha sido todo actuado lo suficiente? 

Piensa en ello. 
Te pusiste allí, a leer Bukowski.
Conmigo.  
No tienes idea de lo alucinante que eras para mí,
aún cuando todavía era parte del acto.
Pensé que estabas loco,
y yo creo que estoy quemada,
con toda esta actuación,
negocios
que hace años
no tenían ganas de mantener 

los juegos más tiempo. 
Piensa en ello.
Si no,
la obra continúa.